diumenge, 6 de juny del 2010

Del lado del Evangelio al lado de la Epístola…

Del lado del Evangelio al lado de la Epístola…

Los ritos religiosos han marcado durante siglos a muchos países, en España, en lo referente a la colocación de hombres y mujeres en misa, ya tenemos normas en 1558:
que -las mujeres no se sienten entre los hombres en misa Yten por quanto fue informado el Sr. Visitador que en los oficios diuinos las mugeres se sientan entre los hombres a la misa mayor con gran escandalo e indecencia, mandaba e mando que de aqui adelante las mugeres no se sienten entre los hombres en las capillas mayores durante los oficios diuinos so pena de excomunion y en pena de tres Rs. (reales), y los curas que lo hagan executar como asta aqui se a echo a pesar de haberselo mandado en Visitas pasadas, incurran ipso facto en sentencia de excomunion.
…hombres y mancebos se pongan en sus lugares segun costumbre y calidad y no a las puertas de la yglesia o junto a las pilas del agua bendita…
…muchos moços con poco temor de Dios y de sus conciençias quedan entre las mugeres y se ponen a la pila del agua bendita… y desde alli azen señas a las mugeres profana y deshonestamente, lo qual es grande perjuicio de sus Animas y conciençias…
(De los los fondos documentales de las parroquias de Tudela de Duero, 
Villabáñez, Simancas y otros pueblos del contorno, hoy en el Archivo Diocesano
 recopilados por José León Martín Viana en la Revista de Folclore nº 36)


Ya con anterioridad se establece, y para que no haya lugar a dudas, el orden de colocación de hombres y mujeres dentro de la iglesia: los primeros se colocarán desde la mitad de la iglesia hacia adelante; las segundas, desde la mitad hacia atrás.

(Cita del “Gemma Animae” de Honorio de Autun, sobre 1136, en “Mensaje simbólico del arte medieval : arquitectura, liturgia e iconografía” de Santiago Sebastián)
Los dos capítulos siguientes están dedicados a la colocación de hombres y mujeres en la iglesia, ambos de pie; los primeros en la parte Sur (por su fortaleza en la fe), y las mujeres en el lado Norte (por su debilidad no son capaces de resistir las tentaciones). El Papa Lino siguiendo los consejos de Pedro y Pablo, decretó que las mujeres estuviesen en la iglesia con la cabeza cubierta con un velo, y ello por tres razones: para no seducir a los hombres por la belleza de sus cabellos, para que algunas no sintieran la vanidad de su belleza, y otras no fueran humilladas por su fealdad. También debía cubrirse la mujer por respeto al sacerdote, como ya expresara San Pablo en la primera Carta a los Corintios (cap. 11).
Esta regla, se transforma en costumbre y migra en algunos lugares de Castilla donde se invierten los papeles, y en otras zonas donde a las mujeres se les habilitaba al lado de la Epístola y a los hombres el del Evangelio (Derecha e izquierda respectivamente) y que llega, como mínimo, hasta la mitad del siglo XX.
…o el hecho de que los hombres y las mujeres se sentaran por separado, hombres izquierda, mujeres derecha y niños en la parte delantera, colocando los hombres sus gorras y sombreros sobre las rejas de la capilla bautismal…
Y es ahí donde quería llegar.

Me cuenta mi padre que por esas fechas, por la mitad de los 50 del siglo pasado, rondaba a mi madre por el Puerto de Sagunto. Mi abuelo materno, D. Vicente Manzano Garrido, era de una extrema religiosidad, vamos de rosario diario. Una de las habilidades que tuvo que desarrollar para conquistarla, vamos, mejor dicho, para conquistar a mi abuelo, fue más que rezar, declamar… qué digo declamar, chillar el rosario por encima de todas las demás voces, con objeto de obtener el beneplácito de D. Vicente.

Puerto de Sagunto - Iglesia de Nuestra Señora de Begoña
Puerto de Sagunto - Iglesia de Nuestra Señora de Begoña

Uno de los tabúes que rompió mi padre fué precisamente el del lado del Evangelio, como dijimos reservado a los hombres, y que era norma estricta en esta pequeña comunidad que se reunía en la iglesia de Nuestra Señora de Begoña, la única iglesia de la época, tributo a la importante inmigración vasca al Puerto de Sagunto durante la construcción de las plantas siderúrgicas.

Un buen día, harto de estar separados parte del escaso tiempo que tenían para estar juntos se sentó con ella en el lado de la Epístola ante la incredulidad de los asistentes. Ni que decir tiene que esta inaudita transgresión de la norma, creo que no escrita, fue objeto de los comentarios y marujeos de los siguientes días, pero también se ha de decir que fue el inicio del desuso de un hábito discriminatorio que nunca debió existir.