diumenge, 14 de juny del 2015

Cuentos oscuros – 2

Relato corto de Iván Serra Martín



Cuentos oscuros – 2

Iván Serra Martín



- !Buenos días!- grité.

Me siento aliviado de no recibir respuesta. En mis treinta años como vigilante del cementerio, siempre saludo al abrir la puerta a las siete. Luego paseo despacio entre las lápidas y los mausoleos y compruebo que todo esté tal y como lo he dejado la tarde anterior. Me encanta el silencio, repasar cada nombre escrito en el mármol y detenerme frente a las fotos descoloridas. Es curioso que todos los retratos muestren rostros serios. Casi como si el modelo supiese cuál iba a ser el destino final de la imagen. Luego, por supuesto, están las flores. A veces, cuando son muchas, sabes que el inquilino es reciente. Con el paso del tiempo compruebo que cada vez son menos las que adornan el nicho, hasta que un día… ya no hay ninguna. Lo tengo comprobado: el recuerdo se marchita hasta secarse.

Cuando anochece doy mi segunda ronda antes de cerrar las puertas. La calma antes del final de la función se vuelve inquietante. Los pájaros dejan de chillar desde sus nidos ocultos en los cipreses y las sombras sobre las estatuas de mármol de los mausoleos les dotan de una siniestra expresividad. Me apresuro sin detenerme y me dirijo hacia las puertas sin mirar atrás , con el manojo de llaves en la mano.

- !Hasta mañana!- grito a modo de despedida.

Luego cierro apresuradamente la puerta metálica haciendo girar dos veces la llave en la vieja cerradura.

No es por miedo. Sé lo que ocurre ahí dentro. En los nichos. El pelo y las uñas siguen creciendo, el cuerpo se hincha hasta volverse azúl y los ojos se hunden. Luego, cuando la carne marchita se deshidrata, deja un líquido maloliente en el fondo del ataúd. Pero nada de esto es comparable a lo que ocurre cuando aparecen los gusanos. Os ahorraré los detalles del salvaje festín de ese fétido y blancuzco siervo de la muerte. Yo vivo de este negocio y no creo que vosotros estéis preparados para revelaros la verdad del final del camino. A mí me pudo la curiosidad y cuando enterraron a aquel vagabundo, ése que nadie reclamó, no pude resistirme. Sus restos descansan en el fondo de mi armario.

Y lo vi todo.





Guionista
Iván Serra Martín (1972)