Como afortunados granos
de vides privilegiadas,
son los grandes ojos garzos
del rostro de mi serrana.
Color de uva madura
hay dentro de tu mirada
de transparencias tan puras,
que cambian, si estás airada,
o, con pìntillas doradas,
ríen, si el alma solazas.
Al mirarme tú, parece
que mi pecho el cielo alcanza
y hay algo que en mí se crece,
animado en la promesa
que en el destello esmeralda
de tu mirada me ofrece.
Y, cuando amorosa aguardas,
tu pupila es la que expresa
del amor las dulces galas
y del cariño ternura.
Para indicar la sorpresa,
los ocres y los marrones
se cambian en tonos gualdas,
aumentando tu hermosura.
Pero si en ellos se asoman
grisáceos nubarrones,
en mi alma ya no hay luna
ni en mi pecho ruiseñores.
Mas retornada la calma
tras tormenta borrascosa,
con belleza subyugada,
te me muestras más hermosa
que en tus ojos hay dulzura
COMO EN LAS UVAS MADURAS.
BARCELONA. Marzo .69
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