DÍPTICO
HUYENDO ME ALEJÉ.... (Sal. 54-8)
Huyendo me alejé, celosamente,
y quedeme en soledad enamorada;
huí del cielo, que das graciosamente,
y sumime en tu Gloria, anonadada
como esclava que espera vehemente
la sublime Deidad ver Encarnada.
Mí sí y mi amor Te dí humildemente
y mi alma se vió magnificada.
En soledad permanecí contigo
y Tú quedas tambien en soledad
y estrenas carne estando ya conmigo...
Ni el iris quiero yo, ni sol, ni rosa;
ni el silvo grácil del ave y la brisa,
que fuera de tu amor, no importa cosa.
Huyendo del mundo y de mí misma
me sume la Deidad que ya me abisma.
oOo
EN SOLEDAD LA SENDA (Is. 40-3)
Humilde esclava hecha la Deidad,
a su esclava enseña los caminos
y María, con Ella en soledad,
muestra, a su vez, sus hijos peregrinos.
Hacen recta la senda en la verdad
al humano dolor y sus gemidos,
a solas, en fecunda intimidad,
Dios y esclava, ella y Verbo confundidos...
Y es en esa sublime adoración,
unida a la Divina Complacencia
lo que al mundo proyecta redención.
Que su anhelo es ya la salvación
de esos hijos que gimen por su ausencia
inmersos en su triste condición.
Se hizo recto en camino en soledad
y encontró salvación la humanidad.
BARCELONA. 1/2 de Septiembre de 1978
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