Desde la más remota antigüedad, el hombre se ha ocupado en el cuidado y cría de la abeja, por los beneficios de los productos que elabora: miel y cera; la industria que se dedica a esta cría y cultivo de la abeja, se conoce con el nombre de apicultura.
LAS ABEJAS.-
Las abejas (Apis mellifica), son insectos himenópteros, que como las hormigas y termitas, viven en sociedades perfectamente organizadas. En las sociedades de abejas o enjambres podemos hallar poblaciones de 10,000 a 60,000 o más individuos. En ellas hay que distinguir tres castas sociales: la hembra reproductora o reina; los machos o zánganos y las obreras.
LA REINA.-
En el enjambre hay una sola hembra fecunda, es la reina que llega a poner hasta 3.000 huevos diarios. Hay una serie de machos, los zánganos, cuya única misión es fecundar a la reina, esto ocurre preferentemente en primavera. La reina mide por término medio unos diecisiete milímetros de longitud; de color pardo, con matices más o menos oscuros. Los ojos son de facetas, dejando un gran espacio frontal intermedio, donde hay dos ojos secundarios sencillos, alas de pequeñas dimensiones rebasando apenas la mitad de lo largo del abdomen, que presenta un notable desarrollo, de forma cónica, alargado y segmentado.
Cuando la reina fundadora se encuentra agotada o la población ha crecido excesivamente, coincidiendo con la primavera, por lo general, deposita algunos huevos en cámaras reales, celdas estas diferentes y algo mayores, donde las larvas al nacer encuentran un alimento especial, la jalea real, preparada por las obreras. Al nacer, tras terminada la ninfosis de las larvas, las jóvenes reinas, entablan entre sí feroces luchas, incluso con la reina fundadora, participando también las obreras divididas en bandos enemigos. Huye la vencida con sus adictos, formando un nuevo enjambre, que da origen a una nueva sociedad. La vencedora destruye, en muchas ocasiones, las larvas de futuras reinas, para evitar que puedan discutirle su soberanía; después de esta escisión se reanuda la vida en la colmena.
LOS ZÁNGANOS.-
Son los machos encargados de fecundar a la reina, a partir de una semana de su nacimiento. Suele haber varios en cada colmena, y mueren una vez realizada su misión. Salen en primavera, miden unos 16 mm. de longitud; su cabeza es grande, con dos ojos de facetas muy desarrollados y tres ojillos secundarios sencillos situados entre los primeros. Los zánganos carecen de aguijón y tienen el abdomen achaparrado, de punta redondeada, negro por encima y claro por la parte inferior. Sus alas son anchas y bastante más largas que el cuerpo.
LAS OBRERAS.-
Son parecidas a la reina, pero con el abdomen mucho más corto, una obrera adulta, no mide más de 12 mm. Las alas las tiene muy desarrolladas y le llegan una vez plegadas casi a la punta del abdomen. Están provistas de un aguijón recto y aserrado. Las antenas y paras son de un color más pálido, que las de las abejas reinas, pero en lo que más se distinguen es en sus funciones y actividades totalmente opuestas; son estériles y tienen a su cuidado todo el trabajo de la colmena. Las obreras construyen las habitaciones, proveen alimento a toda la colonia y conservan la colmena en perfecto estado. Ellas recorren los campos floridos en busca de alimentos que se procuran chupando el néctar de las flores; a expensas de esta materia azucarada, segregan dos sustancias: una semilíquida y muy dulce, la miel; otra sólida denominada cera, les sirve para construirse el nido o colmena. Esta la forman multitud de celdillas de estructura hexagonal perfectamente alineadas, alguna de estas celdas son de distinto tamaño, según tengan que albergar larvas de obreras, zánganos o reinas.
Durante la primavera y el verano es la máxima actividad de una colmena, la abundancia de flores hacen trabajar intensamente a las obreras que proveen de grandes reservas de miel para alimentarse en el invierno, que les hace sumergirse en una especie de letargo en el que su actividad fuera de la colmena es completamente nula. De esta reserva de miel es precisamente de lo que se beneficia el apicultor, recogiendo parte del excedente y estimulando de nuevo su producción.
Por otro lado, con sus idas y venidas saltando de flor en flor realizan una beneficiosa acción fecundizante en los cultivos, ya que transportan entre sus peludas patas el polen de una planta a otra. La naturaleza toda se ve favorecida por estos pequeños seres que colaboran en su fructificación.
La abejita libando,
que en tu flor se pasa airosa,
va tu cáliz fecundando
con sus vuelos diminutos;
que aunque de flores te orlas
con polícromas corolas,
no es un inútil derroche
pues dentro encierran el broche
de sabrosísimos frutos.
El néctar libado se transforma dentro de su buche, y depositado después en las celdillas del panal, se espesa por evaporación de parte de su agua, operación favorecida por el aleteo de las llamadas obreras ventiladoras. Las abejas recogen y almacenan también el polen, y de las yemas de algunos árboles (álamos, sauces, etc.) una especie de resina, con la que tapan las rendijas de la colmena, lo que les permite verse libres del frío y la humedad del invierno, que lo pasan densamente apelotonadas en su interior.
Parece ser, que las abejas, mediante el movimiento de las antenas y el abdomen, establecen una auténtica comunicación entre ellas, podemos decir que tienen su lenguaje para indicarse unas a otras la situación de las flores, su cantidad, distancia, etc.
Su aparato defensivo es el aguijón, que consiste en un tubo aguzado, en cuyo interior se contienen unos estiletes terminados en punta de arpón, que comunican con una glándula productora de un fuerte veneno, que es mortal para pequeños animales y muy doloroso para los grandes e incluso para el hombre, al que en un ataque masivo de un enjambre furioso puede poner en peligro hasta su propia vida; y como mal menor, desagradables y dolorosas molestias.
Los enemigos de las abejas, son en su mayor parte pájaros a los que sirven de alimento, como son el abejaruco y el pájaro carpintero. Las cigüeñas las cazan a pleno vuelo, siendo otro peligro para ellas. Las demás aves y animales, se guardan en general de atacarlas por no exponerse a su dolorosa picadura.
La vista de las abejas es escasa, pero su olfato es muy penetrante, permitiéndoles notar la existencia de flores o alimentos azucarados desde largas distancias.
LA COLMENA.-
Las abejas hacen espontáneamente sus nidos en los huecos de los árboles, recubriendo las paredes con panales hechos de cera.
En la antigüedad se trató de imitar con corcho, cortezas de troncos, etc. estos nidos naturales para ahorrar trabajo a las obreras y redundara en una mayor producción mielera. Nacía así la apicultura, la colmena evoluciona y usa diversos materiales tales como capachos de esparto, con capuchones de paja, vidriadas, etc. terminaros siendo cajas fijas de madera con una entrada. Posteriormente, se desarrolla con éxito el sistema movilista con cuadros y alzas de gran rendimiento. Hay otro procedimiento muy nuevo, las colmenas llamadas "fuentes de miel" que no necesitan extractor, pero que parecen no estar aun suficientemente experimentadas.
En el sistema viejo las abejas instalaban sus propios panales en la pared de la colmena, modernamente se les colocan ya los panales gravados o no, únicamente se les deja cuando lo que interesa es la producción cerera; en caso contrario se beneficia la producción mielera poniéndoles el panal total o parcialmente.
TÉCNICA APÍCOLA.-
Los conocimientos, cuidados y normas para cuidar las abejas constituyen la técnica apícola. Esta es esencialmente sencilla, aunque requiere esmero por parte del apicultor que puede hacer de ello un verdadero arte. Al mismo tiempo, hay pocos en el campo que, con menos capital y menos tiempo, se pueda sacar un rendimiento mayor. En Orihuela, hay un colmenar moderno con más de trescientas colmenas, en las que uno de los enjambres produjo en treinta y cinco días noventa kilos de miel.
Lo primero que debe pensar el apicultor nobel, es en la clase de abeja que va a cultivar, la forma de la colmena y el lugar de su colocación.
Hay varias razas de abejas, la negra o común, la abeja italiana, o amarilla de los Alpes, de tono amarillento y con un vuelo muy rápido y gracioso. La "carnioliana" de color gris hierro, con la reina muy desarrollada. La chipriota, la abejita de indias, la Schmidt etc. etc. Para España, no hay mejor abeja que la negra común, da óptimos resultados por ser una raza que no se mistifica con otras y, por lo tanto, no degenera manteniéndose pura. Está aclimatada a nuestros inviernos, por lo que requiere poca atención del apicultor durante las estaciones frías.
A la hora de escoger colmena al apicultor tiene gran cantidad de modelos donde elegir y que pueden desorientarlo, parece, sin embargo, que las móviles de cuadros son, con mucha ventaja, las mejores. Las movilistas, pueden tener los cuadros móviles en sentido horizontal o vertical. Sabiendo manejarlas tan buenas son en un sentido como en otro; las hay horizontales muy anchas con capacidad para una colonia muy numerosa, de todas formas las verticales parecen tener preferencia. Los cuadros son de cera y pueden irse añadiendo o quitando a voluntad según las necesidades. Poniendo estos panales, se les evita a las obreras el trabajo de fabricarlos y pueden dedicar todo el néctar recogido a la elaboración de la miel.
Una vez que ha pasado la época de la floración, se procede a extraer la miel, para lo cual, el obrero provisto de una careta de tul metálico y si no se es muy práctico, de guantes para evitar ser picado, procede ahumar la colmena y entonces, se sacan los panales; esta operación, era difícil en las antiguas colmenas fijas, pero facilísima en las movilistas.
Para extraer la miel de una colmena fija, se deja escurrir el panal, sacándose la miel virgen y luego se calienta en un caldero, obteniéndose la miel cocida y la cera fundida. Para la colmena movilista, basta poner el bastidor en una centrífuga, que separa la miel sin estropear la cera.
El mejor sitio para un colmenar será el que contenga mayor número de plantas con floración, hay, sin embargo, que tener en cuenta otras circunstancias como son que sea un lugar resguardado y tranquilo, sin fábricas o industrias cercanas ni carreteras, que haya agua en los alrededores, y no haya otros colmenares demasiado próximos. Parece ser también que las tierras calizas y blandas son más mieleras. La clase de flor (romero, azahar, etc.), influye en al buquet de la miel.
Las abejas sufren algunas enfermedades como la entritis bacilar, producida por el Bacilus alvei o la peste de las crías debida al Bacilus larvae que mata a las larvas dentro de las celdillas; otras protozoarias, como la nosemaenteritis producida por un protozoo muy parecido al que produce la pebrina en el gusano de seda.
La producción mielera de España, se eleva a unos nueve millones de kilos, de ellos se exportan algo más de tres, aunque es factible incrementar los envios a mercados exteriores.
En opinión de los técnicos en la materia, la apicultura es una industria que ganará en consideración y tonelaje cuando se proteja al insecto y aumenten los colmenares, implantando nuevos sistemas de extracción, preparación y comercialización de la miel.
(Se ruega en cursiva los nombres a doble espacio)
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