Cinco dispares macetas
junto a dos largos testeros
tiñen de melancolía
a la chica galería
que guarda los tendederos.
Plantas mohínas y tristes,
que luchan con parca fuerza
contra anómalos ambientes
y vapores malolientes
para que su tallo crezca.
Pobres plantas sin origen,
sin "pedigree", ni virtudes;
cogidas de aquí y de allá,
extrañas en el lugar
y en ajenas latitudes.
Sólo me dan flores tres:
una pálida murciana,
una begonia encarnada
y un dondiego que se vé,
tan escuálido y tan ralo
que hasta parece un milagro
que se sostenga de pié.
Pero, a su cita fiel
acude, año tras año;
sólo un tallo, pocas hojas,
no se permite un derroche.
Con alegría yo espero
oler sus campanas rojas
pero, ¡hay, qué desengaño!
sólo florece de noche.
En la pobre galería,
mal ensambladas junturas
y tres capas de pintura,
junto a las pobres macetas,
los dos largos testeros
y bajo los tendederos,
se vé una pequeña silla.
¿QUE HAY EN MI GALERIA
que a despecho de las flores
de mis plantas sin colores,
paso un rato cada día?
En élla se para el tiempo
del tedio y de la desidia,
cada vez que yo me siento
en la minúscula silla,
recibiendo cada día
¡oh, preciosa maravilla!:
los tibios rayos del sol...
Mª. Concepción Manzano Álvaro
BARCELONA / Julio / 1976
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